sábado, 7 de mayo de 2011

DISCURSO POR EL DÍA DE LA MADRE

Amigos y (as) madres lectores de nuestra, linda y bella ciudad, pujante y hospitalaria, que embellecen este ramillete de mujeres radiantes, en este día de mucha recordación. Apreciados amigos y amigas que se han dado cita a este lugar y en un día muy especial, para conmemora y para rendirle pleitesía a nuestras madres adoradas.


Tengan con cada uno de ustedes muy buenas.


Es un honor para mí: tener que declarar, manifestar, dirigirme con unas cuantas frases, palabras, a todas nuestras madres lindas, presentes y ausentes, en esta fecha muy importante y de sublime recordación. A aquella mujer que nos dio la luz de la vida, y que nos trajo con dolor, la muerte y la sangre, que nos dio su amor incondicional, que nos enseñó la ciencia de la vida con amor y ternura, en nuestros primeros años de vida. A esa mujer vendita, sacrosanta y sublime, digamos éste segundo domingo de mayo “feliz día de la madre”


Quiero iniciar esta pequeña disertación, narrándoles una antigua leyenda “Madre, es un ángel para sus hijos en la tierra”. Cuenta la leyenda, que en el cielo donde está el padre Dios, con miles y miles de angelitos; cantando, volando embelleciendo toda la supremacía divina, donde está el padre todo poderoso. Allí el padre Dios designa a cada angelito, para que viniera a esta tierra. Mientras aquí en la tierra una madre se prepara para el trabajo del parto. Dios elige a un angelito. Y le dice mañana vas ir abajo a la tierra; y el angelito se pone muy triste y sorprendido le dice; Señor ¿Cómo viviré si soy tan pequeñito e indefenso? Y el padre Dios le dice; entre muchos ángeles que hay, escogí a uno para ti y ella te está esperando, ella te cuidará...


Ah y no te olvides, cuando crezcas y seas grande; no seas orgulloso con ella, nunca hagas llorar ni sufrir, mira que tanto amor tuvo para ti; te amò, te cuidó, te protegió y te enseñó todo lo que sabes y lo que sabrás. Y si haces esas cosas nunca volverás aquí al cielo, porque uno de mis mandamientos allá en la tierra es “honra a tu madre y a tu padre para que tus años se prolonguen y vienes aquí.


Por todo ello y mucho màs, recordemos a nuestras mamitas lindas, valoremos su inmenso amor incondicional, que tiene para con todo sus hijos sin distinción alguna. Recordemos su sacrificada labor que realiza día a día en la casa. Recordemos su afán dedicada, que hace por nosotros, sin importarle, el frio, el calor, la noche o la lluvia, Todo por darnos la tranquilidad, bienestar u otros. Recordemos cuando fuimos niños (as) que trabajó de día para darnos de comer y se desvelaba por las noches, por darnos nuestras comodidades. Que con un dulce cantar de sus labios te dormía y al despertar sus labios te besaba, nos enseño con amor a pronunciar las primeras palabras; a pronunciar esas palabras benditas: mamá ama a mamá. Que con sus manos santas, tomados de los dos, nos enseñó dar los primeros pasos, enseñándonos la senda de ésta cruel vida y la ciencia del saber humano. Esa es nuestra madre linda, a esa mujer bendita es la que homenajeamos éste segundo domingo de mayo.


Que cuando esta nos enfermos o nos pasa algo, sola nuestra madres esta por la pateadora, con llanto en los ojos, preguntándonos, ¿Cómo estás? Aunque dinero no hay; su anhelo, su sentimiento y gran amor, alivio da a nuestra alma.


Y si hoy te va bien es porque tu madre te enseñó, y todo se la debes a ella, que no hay como, ni con qué pagarlo. Porque nada màs lo barato se compra con el cochino dinero. Tal vez sí con nuestras vidas. Pagar a ese amor tan grande e incomparable. Si Cristo con ser Dios tuvo su madre y para su madre dijo: “La mujer cuando va parir esta triste, porque sabe que se acerca su hora, màs cuando a parido se olvida, ya no se acuerda del apuro por el gozo que ha nacido un hombre en el mundo”


Amigas y amigos, recuerda que la vida es ingrata, todo tiene su tiempo debajo del sol y encima de la tierra, tiempo de reír, de estar alegres, reunidos todos presentes al lado de nuestras mamitas lindas alegres.


Por eso amigos y (as), hoy que la tienes viva a tu madre; abrázala, bésala, acaríciala, recítala, cántala, regálala, dígala que la quieres mucho, porque si no lo haces hoy, mañana puede ser demasiado tarde. Tal vez ya no estará en la casa, esa sonrisa tan angelical que nos hace sentir bien, entonces la conciencia te remorderá te desesperaras de no haberla hecho, tendrás un dolor que te roe el alma y vivirás estremecido y entenebrecido toda tu vida. Por ello;


1. Hoy que la tienes viva a tu madre ¡llévala un ramo de flores! Siquiera por primera vez, en vida, y no cuando ya no está. Los domingos de mañana, llevar flores ante la tumba de tu madre, que ella ya no te sentirá ni oirá.


2. Hoy que la tienes viva a tu madre ¡Recítala un poema! Que ella ha esperado toda su vida de ti, y no cuando ya no está, los domingos de mañana ir ante su tumba fría a declamar un desgarrador poema, que ella ya no te sentirá ni te oirá.


3. Hoy que la tienes viva a tu madre, ve y abrázala y cántala una canción al oído que ella espera de ti eso y no lo hagas, cuando ya no está. Los domingos de mañana ir a cantar melodías conmovedoras, abrazada su tumba fría, que ella ya no te sentirá ni te oirá.


4. Hoy que la tiene viva a tu madre si puedes hacerlo un regalo lo puedes hacer que alcanza tu bolcillo y lo que marca tu conciencia. Y no, cuando ya no está ir a comprar con todo el dinero que tienes, y mandar a elaborar lápidas de oro que ya no será para satisfacer a ella sino para satisfacer la suntuosa vanidad de los vivos.


Amigos y (as) si tienes una madre todavía de las gracias al Dios todo poderoso, mira que te ama tanto, no seas presuntuoso, vanidoso, ni orgulloso con ella. Que no todo mortal podría contar con dicha tan grande ni placer tan santo.


Si tienes una madre todavía, hoy es el momento, para decirlo te amo y perdóname por mis faltas, tal vez te hice sentir mal o quizá llorar. Y en verdad. No cuando ya no está. Y si tal vez por cosas del destino, tu santa madre ya no la tienes, que así a veces suele ser la vida y que al cielo se fue. Ruégalo a Dios que lo cuida y que ella sea tu paradigma, tú guía, tú estrella, tú protectora aquí en la tierra. Recuérdalo siempre en oración. Y yo estoy seguro que ella te ayudará.


Amigaos y (as), nadie es igual a una madre, que solo en su amor inmortal toda dicha encierra. Pues no hay amor en la tierra como el amor maternal.


No quiero cánsalo màs hablando de mi madre, solo pedirlos encarecidamente a cada uno de ustedes, mil gracias por su amable atención y por leer este escrito, que Dios me las bendiga a cada uno de ustedes. Gracias, gracias,, gracias.

Tu amigo Jaimes.



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